Maricelis Leal Ortega

Como joven perteneciente a la comunidad negra de Tierra Baja he tenido la oportunidad de evidenciar el crecimiento y el progreso de mis vecinos desde que la Fundación Serena del Mar llegó a trabajar junto a nosotros. Conocer las diferentes iniciativas promovidas por la fundación despertó mi interés por ir un poco más allá, aprovechar mi tiempo libre llevando a cabo actividades que me ayudan a soñar con un mejor futuro y a contribuir con mi comunidad.

El 2020 fue un año completamente diferente. Nos tomó por sorpresa la pandemia del COVID-19, una situación que, sinceramente, para mí era inimaginable. La ciudad se paralizó y, por supuesto, mi comunidad no fue ajena a eso. Afortunadamente contamos con el respaldo del equipo de la Fundación Serena del Mar que desde el primer día se movilizó para ayudarnos y ver su disposición nos impulsó a no quedarnos atrás y a empezar a trabajar por el bienestar colectivo, aún sin saber de qué se trataba todo el tema de la pandemia. 

Ante la desmotivación que pude sentir al inicio de la cuarentena, porque no sabía cómo iba a continuar estudiando, tuve miedo de que la pandemia pusiera en pausa mis planes y los proyectos que desde hace un tiempo he venido soñando para mi futuro. Cuando pensé que la situación no tenía salida, me encontré con la energía de los colaboradores de la Fundación Serena de Mar y con una actitud positiva por parte de mis amigos y vecinos. En ese momento cambió mi perspectiva. Para mí ha sido muy gratificante ver cómo la gente que me rodea busca formas para seguir trabajando desde casa, para crear emprendimiento y, sobre todo, para ayudar a los demás. 

Todos los días me levanto con una nueva motivación y con las ganas de realizar pequeñas acciones que pueden traer grandes beneficios para mi entorno. He hecho parte del grupo de jóvenes Pescando Sueños y ahora tengo la fortuna de estudiar gracias a una de las becas de educación superior Carlos Haime Baruch y Marlene Haime. Quiero que otros jóvenes se beneficien de los proyectos que llegan a la zona y por eso decidí hacer parte de la Asociación de jóvenes Afro Tierra Soy y del Consejo Comunitario de Tierra Baja, representando a La Ceiba, el sector que me ha visto crecer y cuyo progreso se ha convertido en una de las razones para querer ser mejor cada día. Buscar activamente nuevas oportunidades, me informo y después les comunicó a las personas de mi comunidad todas las iniciativas en las que podrían participar para que, como yo, empiecen a soñar en grande.

Ahora sé que solo pensando en la comunidad saldremos adelante. Actuar solo en pro del beneficio individual podrá darnos resultados a corto plazo, pero si queremos superar esta y cualquier situación fortalecida, debemos pensar, planear y ejecutar acciones que impacten a cada uno de los miembros de nuestra comunidad. Cuando se unen las ideas y los esfuerzos, los resultados se multiplican y la gratificación es mayor. Esta es, quizás, una de las mayores enseñanzas para la vida que me ha traído trabajar junto a la Fundación Serena del Mar.