La formación para el empleo no solo pasa por adquirir conocimientos técnicos sobre algún área en particular
Por: Isabel Barrios
“Formación para el empleo”, “educación orientada al trabajo” o “educación para la competitividad” son sinónimos de una misma causa: estimular el desarrollo humano y elevar la competitividad laboral de quienes hacemos parte de una sociedad. De acuerdo con el Ministerio de Educación Nacional, la formación para el empleo es un proceso de aprendizaje organizado y metódico, mediante el cual las personas adquieren y desarrollan a lo largo de su vida competencias laborales, específicas o transversales, relacionadas con uno o varios campos que les permiten ejercer una actividad productiva. En otras palabras, hablamos de capacitar mentes jóvenes y adultas en áreas dinámicas de nuestra economía para facilitar su entrada al mercado laboral.
Pero el tema va más allá de la inserción laboral pues como en todo proceso de educación, quienes se forman para el empleo no solo adquieren conocimientos técnicos propios del área que han decidido estudiar, sino que además desarrollan sus habilidades blandas -como la buena comunicación, el trabajo en equipo, el pensamiento crítico, entre otras-, se empoderan, expanden su visión del mundo y se trazan nuevos proyectos que les permitan mejorar su calidad de vida. Es entonces cuando la formación para el empleo se convierte en un camino hacia la construcción de tejido social y es justo a lo que debemos apuntarle.
Por otro lado, el tema de habilidades blandas se hace particularmente importante si se tienen en cuenta los retos que plantea la nueva fase de automatización para la generación de puestos de trabajo. De acuerdo con la firma de consultoría Bain & Company, se estima que para 2030 el aprendizaje basado en inteligencia artificial y los avances en robótica afecten a cerca de 80% de los trabajadores a través de la supresión de salarios y la pérdida de empleos; para lo cual las habilidades más allá de las técnicas representan un verdadero diferencial.
En Cartagena son significativos los esfuerzos que se vienen haciendo en la materia y estas líneas no quedarían completas si me abstuviera de mencionar a los jóvenes de la zona norte que se han formado, con el respaldo de la Fundación Serena del Mar, en programas técnicos, tecnológicos y complementarios en áreas tan diversas como la salud, la construcción y los servicios turísticos y hoteleros. Estas capacitaciones tienen un común denominador, responden a las necesidades de la ciudad y promueven la formación de ciudadanos integrales, competitivos y capaces de asumir las oportunidades labores que emanan de los distintos focos de desarrollo en Cartagena y en la región Caribe.
Por supuesto, los resultados siempre podrán ser mejores por ello es necesario profundizar la articulación entre actores públicos y privados en función de la generación del mejor talento humano para nuestra ciudad. Empresas, gremios, entidades de formación para el trabajo, organizaciones de la sociedad civil, cajas de compensación familiar, instituciones de educación media, técnica, tecnológica y profesional e instituciones gubernamentales deben participar en espacios de creación y consenso para definir e implementar estrategias que favorezcan la formación continua de los cartageneros, pero ¡Ojo! no se trata solo de entrenar manos para el trabajo sino también mentes para la innovación, el emprendimiento y el crecimiento personal y profesional.
Fuente: larepublica.co